Hace muchos años que mis hermanos y yo nos reuníamos en un pequeño cuarto después de la comida para ver en la tele un programa divulgativo sobre música (no me gusta el término "clásica", que sólo abarca una corta etapa de su historia, y prefiero Música culta por cultivada e investigada, aunque no hay términos para lo indescriptible).
Acostumbrados como estábamos al estirado Karajan y a los músicos impecables - como para marcar la diferencia con esos desarrapados como Miles Davis o Chik Corea -, nos quedamos cuatro niños boquiabiertos (demasiada casualidad eso de cuatro niños boquiabiertos de una vez), cuando conocimos al Maestro Friedrich Gulda. Fallecido en el año 2.000 he de reconocer que tres meses después al enterarme lloré como un imbécil sin que me viera nadie.
Vienés con todo lo que eso conlleva. Heredero legítimo de una inmensa herencia cultural. Forjado desde niño en nuestros conservatorios europeos decidió un día (en plena triste postguerra europea) que la Música era algo más serio de lo que parece.
Colgó la corbata y se puso un gorrito que en diferentes formas y colores nunca abandonó. Era el gorrito de Friedrich. Decidió tocar lo que le apeteciera y en sus conciertos (odiaba esa palabra) no había ni libreto ni programa alguno, pero...yo humildemente no he escuchado mejores versiones de las cuatro baladas de Chopin ni mejor y más dulce interpretación de los Impromptus de Schubert que las suyas.
A Bach lo tocaba impecable porque es la única manera de hacerlo.
El que escribe este pequeño agradecimiento póstumo le debe a él un actual amor a Schubert, antes impensable, enormemente gratificante. Le debe una a visión del arte como un todo en el que no caben ni medias tintas ni mojigaterías.
Nunca conocí a este hombre en persona pero sí algo de su obra y sobre todo una nueva forma de acercarse al hecho artístico.
Muchas veces los músicos pensamos con pena y piedad en los que no lo son (demasiadas, pero... es que se pasa tan bien...).
Con el permiso debido de la Volvoreta quiero dedicar esta entrada a mi amiga Margarita Fuentes que, como sé que es música, me entenderá.