lunes, 29 de septiembre de 2008

El "Autorretrato" de María Pagés


María Pagés ha presentado, en la Bienal de Flamenco, su nuevo espectáculo "Autorretrato". Fui a verla el sábado pasado al Teatro de la Maestranza.

Dedicó la función al maestro Mario Maya, fallecido esa misma mañana, con una ovación sentida de artistas y público y un minuto de silencio.

El comienzo del espectáculo, inmediato, fue conmovedor, imponente, de tal manera que al terminar la soleá del espejo, todo el teatro se volcaba en aplausos y hay que decir que el público en la Bienal no suele entregarse a la primera. Fue impactante ese baile solitario, acompañado del reflejo en el espejo.

La música del espectáculo, intimista, refinada y sutil, nos transportaba de la mano flamenca de María a la profunda sonoridad del violonchelo, a las palabras solas, al cante sin más, a la guitarra. Qué placer disfrutar la solidez de Batio Hangonyi al cello más sensible. Qué placer ver cómo ondula María Pagés los versos de Saramago entre sus brazos de almendro:

"Ergo uma rosa, e tudo se ilumina
como a lua não faz nem o sol pode:
Cobra de luz ardente e enroscada
Ou vento de cabelos que sacode.

Ergo uma rosa, e grito a quantas aves
O céu pontuam de ninhos e de cantos,
Bato no chão a ordem que decide
A união dos demos e dos santos.

Ergo uma rosa, um corpo e um destino
Contra o frio da noite que se atreve,
E da seiva da rosa e do meu sangue
Construo perenidade em vida breve.

Ergo uma rosa, e deixo, e abandono
Quanto me dói de mágoas e assombros.
Ergo uma rosa, sim, e ouço a vida
Neste cantar das aves nos meus ombros".


Sabemos bien que María Pagés puede bailar cualquier música sin perder su compostura flamenca, pero hay que descubrirse al verla bailar un poema. Cuántas veces hemos hablado Weto y yo sobre la música en la poesía. Todo lo hablado, querido Weto, se prende en el arte imposible de los brazos de María Pagés.

Paul Valéry ubicaba la dificultad de la poesía en encontrar palabras que fueran al mismo tiempo música por si mismas y música por analogía, y pienso que, vencida la dificultad por el poeta, los versos mismos son melodía bailable. Lo he visto.

Excepcional la iluminación; ¡cuánto gana el espectáculo con "esa luz" de Pau Fullana!. La compañía, sólida y compacta en la técnica y la expresión del sentimiento. El vestuario, exquisito. Pero la música...es el todo.
Os dejo con la "Farruca" de Isaac Muñoz. Yo lo escuché en guitarra y cello. Sublime.

martes, 23 de septiembre de 2008

Los libros en mi vida: Cartas a Theo.


Henry Miller publicó en 1952 "Los libros en mi vida".
En esta obra se encuentra todo lo fundamental. La considero la mejor guía de literatura que se haya fabricado hasta el momento, la visión más real, la visión más emocional, la crítica certera.
Son muchos los libros comentados por el autor, pero hoy quiero compartir con vosotros su impresión sobre otro de mis libros favoritos, "Cartas a Theo" de Vincent van Gogh.
"El factor más importante en la apreciación de cualquier arte es la práctica de ese arte. Están la maravilla y la embriaguez del niño cuando encuentra por primera vez el mundo de los libros; están el éxtasis y decepción de la juventud cuando descubre a sus “propios” autores; pero más que todo esto, porque combinadas con ellas hay otros elementos más permanentes y turbadores, están las percepciones y reflexiones de un ser maduro que ha dedicado su vida a la labor de la creación.
Leyendo las cartas de Van Gogh a su hermano, nos llama la atención la vasta meditación, análisis, comparación, adoración y crítica que hiciera en el curso de su breve y frenética carrera como pintor. Esto no es infrecuente entre los pintores, pero en Van Gogh adquiere proporciones heroicas. Van Gogh no solamente miraba la naturaleza, la gente y los objetos, sino también los lienzos de otros, estudiando sus métodos, técnicas, estilos y enfoques. Reflexionaba larga e intensamente sobre lo que observaba, y estos pensamientos y observaciones penetraban en su trabajo. No fue otra cosa que un primitivo o un “fauve”. Como Rimbaud, estaba a punto de ser “un místico en estado salvaje”.
No por accidente en absoluto elijo un pintor y no un escritor para ilustrar lo que digo. Sucede que Van Gogh, sin haber tenido ninguna pretensión literaria, escribió uno de los más grandes libros de nuestro tiempo, y sin saber que estaba escribiendo un libro. Su vida, según la apreciamos en sus cartas, es más reveladora, más conmovedora, más obra de arte, diría, que la mayoría de las famosas autobiografías o novelas autobiográficas. Nos habla sin reservas de sus luchas y pesares, sin ocultarnos nada. Despliega su raro conocimiento del oficio del pintor, aunque es aclamado más por su pasión y su visión que por su conocimiento del medio. Su vida, donde expone con claridad el valor y el significado de la dedicación, es una lección para todos los tiempos.
Van Gogh es simultáneamente —¡qué pocos son los hombres de los cuales podemos decir esto!— el humilde discípulo, el estudiante, el amante, el hermano de todos los hombres, el crítico, el analista y el hacedor de buenas acciones. Puede que haya sido un obseso o un poseído, pero no era un fanático que trabajaba en la oscuridad. Poseyó, ante todo, esa rara facultad de ser capaz de criticar y juzgar su propia obra. Demostró, en efecto, ser mucho mejor crítico y juez que aquellos cuya ocupación es lamentablemente criticar, juzgar y condenar."
Boomp3.com

martes, 16 de septiembre de 2008

EL GRITO



“Iba caminando con dos amigos por el paseo. El sol se ponía. El cielo se volvió de pronto rojo. Yo me paré. Cansado me apoyé en una baranda.
Sobre la ciudad y el fiordo oscuro azul no veía sino sangre y lenguas de fuego .
Mis amigos continuaban su marcha y yo seguía detenido en el mismo lugar temblando de miedo...y sentía que un alarido infinito penetraba toda la naturaleza".
En estas notas, escritas por Munch en 1886, recuerda, el pintor, el instante en que concibió la idea que daría origen a su famosa obra, "El Grito".

jueves, 11 de septiembre de 2008

DON GIOVANNI AT THE ROH




Sólo en una ocasión anterior había escuchado a Simon Keenlyside.

Fue en mi primera ópera: Don Carlo en el Teatro Real, en el año 2005.
Encarnaba en aquella ocasión el rol de Rodrigo (el marqués de Posa).
Me mantuvo en vilo durante toda la representación y al concluir la escena de su muerte en brazos de Don Carlo, sin poder contener las lágrimas, salté de mi asiento para gritarle un ¡¡Bravo!! a modo de duetto con mi vecina de asiento (una chica italiana, según recuerdo). Aún ahora escribo estas palabras con el recuerdo emocionado de su voz mágica y su presencia magistral. Nunca podré olvidarlo.



Cual no sería mi sorpresa al ver que sería precisamente ¡¡ÉL!! quien diera vida al Don Giovanni de Mozart en esta representación que me ha llegado como regalo del cielo.
No puedo decir más que ¡¡maravilloso!!. Qué deleite para el oído y ¡para la vista!.

En la obra se lucieron voces magníficas (Ramón Vargas, exquisito!! y Joyce DiDonato imponente en algunos momentos), pero la puesta en escena de este magnífico actor-cantante es digna de ser disfrutada una y mil veces.
El dúo protagonista Don Juan-Leporello, interpretado por Keenlyside y Kyle Ketelsen, impresionó profundamente al público (sobre todo a mi, es obvio). Ketelsen, de presencia imponente y grandes dotes de actor-cantante, llenaba el escenario con su voz inmensa y su magnífica interpretación.

Merece la pena abrir este enlace y escucharlo un instante en su "madamina, il catalogo é questo": http://www.kylek.net/Kyle%20Ketelsen%20-%20Madamina.mp3

Siempre he pensado que la ópera es el espectáculo TOTAL. Un despliegue absoluto de belleza visual y sonora, que amplía el disfrute a otros sentidos. Por ello considero de importancia esencial la "presencia" de los cantantes. Porque su interpretación teatral ha de estar a la altura, como poco, de su interpretación y calidad vocal.
Simon Keenlyside ha encarnado en su Don Giovanni todo el magnetismo del "eterno masculino". La belleza, la virilidad, la sensualidad, la elegancia conviven en su interpretación con la depravación, la soberbia, la prepotencia y el instinto animal del Don Juan más perfecto que jamás haya visto o escuchado. ¡Qué gran actor! ¡Qué gran cantante!.

En todos los sentidos, señor Keenlyside, tiene usted un 10.
Para ver y aprender más sobre Simon Keenlyside podemos visitar su página: http://www.simonkeenlyside.info/

Ambos barítonos (no es porque sea mi tesitura favorita, no...) recrearon un festín para los cinco, los seis o los siete sentidos, si se pueden percibir como tales, los placeres que nos puede otorgar la belleza absoluta.
¡¡¡Qué maravilla!!! Y aún podemos acercarnos al Royal Opera House a verlos los días 12, 15 y 18 de este mes...Dios...¿¿Cómo consigo avión, hotel y entrada para este sábado???.
Definitivamente adoro a Simon Keenlyside (y no es porque a ratitos se parezca a JosefK...que también tiene mandanga el asunto...).

miércoles, 10 de septiembre de 2008

UN RINCÓN EN EL PARAÍSO


Lo he estado pensando, madurando, rumiando, sopesando durante años y realmente no ha sido tan difícil decidirse.
¡¡¡Al fín!!! me he comprado el abono a la temporada de ópera.

Tengo entradas para Doktor Faust en octubre, Giulio Cesare en noviembre, Tancredi en febrero, La fanciulla del west en marzo y el esperado Tristán en mayo.
Me siento como en la más infantil mañana de Reyes :) Feliiiiiiiiiiiiiiiiiizzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

Autorregalos así alegran el transcurrir de los días. ¡¡Hace falta tan poco para hacer feliz a una mariposilla!!.
Todo es cuestión de encontrar, más pronto que tarde, un rinconcillo en el paraíso.



martes, 2 de septiembre de 2008

PARACELSO



Quien no conoce nada, no ama nada.
Quien nada sabe, nada entiende. Pero quien entiende, también ama, observa, ve...

Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor.

Todo estriba en el conocimiento. De él nace todo fruto.