Sólo en una ocasión anterior había escuchado a Simon Keenlyside.
Fue en mi primera ópera: Don Carlo en el Teatro Real, en el año 2005.
Encarnaba en aquella ocasión el rol de Rodrigo (el marqués de Posa).
Me mantuvo en vilo durante toda la representación y al concluir la escena de su muerte en brazos de Don Carlo, sin poder contener las lágrimas, salté de mi asiento para gritarle un ¡¡Bravo!! a modo de duetto con mi vecina de asiento (una chica italiana, según recuerdo). Aún ahora escribo estas palabras con el recuerdo emocionado de su voz mágica y su presencia magistral. Nunca podré olvidarlo.
Cual no sería mi sorpresa al ver que sería precisamente ¡¡ÉL!! quien diera vida al Don Giovanni de Mozart en esta representación que me ha llegado como regalo del cielo.
No puedo decir más que ¡¡maravilloso!!. Qué deleite para el oído y ¡para la vista!.
En la obra se lucieron voces magníficas (Ramón Vargas, exquisito!! y Joyce DiDonato imponente en algunos momentos), pero la puesta en escena de este magnífico actor-cantante es digna de ser disfrutada una y mil veces.
El dúo protagonista Don Juan-Leporello, interpretado por Keenlyside y Kyle Ketelsen, impresionó profundamente al público (sobre todo a mi, es obvio). Ketelsen, de presencia imponente y grandes dotes de actor-cantante, llenaba el escenario con su voz inmensa y su magnífica interpretación.
Merece la pena abrir este enlace y escucharlo un instante en su "madamina, il catalogo é questo": http://www.kylek.net/Kyle%20Ketelsen%20-%20Madamina.mp3
Siempre he pensado que la ópera es el espectáculo TOTAL. Un despliegue absoluto de belleza visual y sonora, que amplía el disfrute a otros sentidos. Por ello considero de importancia esencial la "presencia" de los cantantes. Porque su interpretación teatral ha de estar a la altura, como poco, de su interpretación y calidad vocal.
Simon Keenlyside ha encarnado en su Don Giovanni todo el magnetismo del "eterno masculino". La belleza, la virilidad, la sensualidad, la elegancia conviven en su interpretación con la depravación, la soberbia, la prepotencia y el instinto animal del Don Juan más perfecto que jamás haya visto o escuchado. ¡Qué gran actor! ¡Qué gran cantante!.
En todos los sentidos, señor Keenlyside, tiene usted un 10.
Para ver y aprender más sobre Simon Keenlyside podemos visitar su página: http://www.simonkeenlyside.info/
Ambos barítonos (no es porque sea mi tesitura favorita, no...) recrearon un festín para los cinco, los seis o los siete sentidos, si se pueden percibir como tales, los placeres que nos puede otorgar la belleza absoluta.
¡¡¡Qué maravilla!!! Y aún podemos acercarnos al Royal Opera House a verlos los días 12, 15 y 18 de este mes...Dios...¿¿Cómo consigo avión, hotel y entrada para este sábado???.
Definitivamente adoro a Simon Keenlyside (y no es porque a ratitos se parezca a JosefK...que también tiene mandanga el asunto...).
8 comentarios:
Curiosamente yo también asistí a la representación de “Don Carlo” en el Teatro Real en el 2005. Recuerdo que a mi lado se sentó una morena escultural que tenía la mala práctica de mirar al escenario en lugar de mirarme a mi, durante las casi cuatro horas que duró la obra..
De vez en cuando saltaba como impelida por un resorte, ante la mirada atónita de los compañeros de palco para proferir grandes piropos al barítono en medio de calurosos aplausos.
En el entreacto me las ingenié para invitarla a una copa de cava (catalán, lo juro) en la terraza del Teatro, con vistas al palacio de Oriente mientras se ponía el sol. La morena iba vestida con un largo vestido fucsia que le marcaba sus bellas formas femeninas, largo pelo moreno ondulado “ad hoc” para la ópera y un elegantísimo chal. Todo ello hacía que yo fuera el individuo más envidiado por la mayoría de varones del teatro (el resto eran gays). Allí fue donde descubrí su debilidad por los hombres con piernas potentes.
Al final de la representación, envuelta en lágrimas por la sentida muerte del Marqués de Posa aproveché para consolarla ofreciéndole mi hombro. Mi americana aún se resiente de aquella escena, pues quedó todo mi hombro completamente empapado. Le aseguré que bajo aquel pobre traje gris vivía un pétreo muslamen digno de un haltera olímpico, heredado principalmente de mi padre, un ciclista amateur famoso por sus férreas piernas, y de esa forma aceptó mi invitación a una cena en el restaurante del mismo teatro.
Yo pedí la cena y ella pidió el vino, un “Dehesa de los Canónigos” de Ribera de Duero delicioso que resultó ser un gran compañero de cena. Creo que sólo aceptó la invitación con la esperanza de encontrar al ínclito barítono entre las mesas, pero afortunadamente sólo vimos al director, creo que era Jesús López Cobos, y sus piernas eran enclenques. A medida que perdía la esperanza de ver al Marqués de Posa se iba amenizando la conversación y resultó ser una de las mejores veladas de mi vida. A la salida tuvimos que esperar casi una hora para encontrar taxi y finalmente la acerqué hasta el hotel, no sin antes hacerle prometer que nos encontraríamos a la mañana siguiente para visitar el Museo del Prado.
En el Museo estuve escuchando sus doctas enseñanzas sobre todos y cada uno de los lienzos hasta que encontramos “El Jardín de las Delicias” donde me dio una clase magistral sobre el bestiario renacentista, y todo el simbolismo del famoso tríptico. Definitivamente aquella lozana andaluza era una encantadora mezcla entre Sandra Bullock y Lisa Simpson.
Cuando ya salíamos, en el vestíbulo nos topamos con una escultura de Carlos V y dejando a todos los visitantes atónitos exclamó a voz en grito. ¡¡¡Qué pataje, leñe!!!
Por cierto, yo de ti revolotearía por el cine Cinesa de Plaza de Armas, allí ponen en directo las óperas de la Royal Opera House de Londres. El barítono no oirá tus piropos pero puede ser una buena idea poder admirarlo en una pantalla tan grande.
Tampoco yo podré olvidar la visión de las contundentes piernas de Carlos V en la escultura de Leoni, que tanto se lucían con sus pantalones cortos.¡¡Qué buen pataje sin duda!!. Comparto en todo punto la opinión de tu efímera compañera de ópera.
Hmmm ya quisiera volver a ver a Keenlyside, en cine o en vivo, pero la transmisión del Don Giovanni fue el día 8 y no la repiten :(
La que probaré sin duda es la emisión de "Un ballo in maschera" desde el Real. No he podido conseguir entradas decentes y aunque sea en pantalla, me muero por volver a ver y escuchar a Carlos Álvarez.
Tuve ocasión de verlo por primera y última vez en el Liceu, como Gérard en Andrea Chénier, y me quedé con ganas de más.
Me acompañó en aquella ocasión un apuesto caballero de muy apreciable pataje. Lástima que nos separara una distancia de treinta metros o más, por lo que no pude disfrutar, como hubiera deseado, de la cercanía de tan hermosas extremidades.
Gracias por tus comentarios, JosefK. Es un placer leerte.
Por cierto que encontrar taxi aquella noche tendría que haber sido, por obligación, labor de titanes.
Coincidió la representación de "Don Carlo" con la final de la Copa del Rey. En aquella ocasión ganó el Betis, por lo que la capital de España estaba tomada literalmente por las fuerzas verdiblancas.
Como curiosidad, al hilo de tu relato, la escultura de "Carlos V y el furor" tiene armadura desmontable, o sea, se puede desnudar a placer :)
Bueno, esa compañera no fue precisamente efímera, pero si es verdad que aquel mismo dia desapareció en el tren en medio de una nube de jugadores del betis...
Un pequeño recuredo del pesao` del Weto.
¡Qué lujo que te recuerden cosas como ésta!:
"He vivido, estudiado, amado, y hasta creído,
y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.
Miro los andrajos de cada uno y las llagas y la mentira,
y pienso: puede que nunca hayas vivido, ni estudiado, ni amado ni creído
(porque es posible crear la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);
puede que hayas existido tan sólo, como un lagarto al que cortan el rabo
y qué es un rabo, más acá del lagarto, removidamente!.
Todo el poema es triste y maravilloso (coincidencia recurrente en los terrenos artísticos).
Gracias al recordatorio de Jose he pasado un pequeño rato agradable.
Eso es el arte.
Besos.
¡Joer con el blogger!.
Este comentario no tenía que aparecer aquí. Hacía referencia al de Jose Marzo sobre Pessoa.
Brrrrrrr.
Estoy empezando a odiar la tecnología no funcionante (que para mal mío llena mi trabajo).
3016 besos con antenas.
Brrrrrr!
Jajajaj no te preocupes, Weto. El poema es precioso y lo pongas donde lo pongas me encanta.
Gracias por darme esa luz.
Mil besos con alas :)
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